Ivanov fue precursor en la inseminación artificial con animales, pero su historia esconde una polémica investigación.
Fue especialista y precursor en el campo de la inseminación artificial veterinaria, una rareza para esa época.
Lo visitaban de todos lados del mundo ya que él era el único que podía lograr fertilizar alrededor de 500 yeguas con un solo semental mediante inseminación artificial. Pero este notable científico también fue pionero en obtener animales híbridos todavía no registrados.
Por ejemplo, el cebroide (híbrido de cebra y burro), el zubrón (cruza de bisonte y vaca doméstica) y también híbridos de un antílope y una vaca, de un ratón y una rata, de un conejo y una liebre, entre muchos otros animales. Ivanov no sentía pudor, su objetivo era llevar la ciencia rusa a lo más alto posible.
Para 1924, el director de la estación de investigación experimental de la Reserva Natural Askania-Nova se enfocó en un nuevo objetivo. El científico ruso quiso dar un paso más allá de lo conocido y encontrar un nuevo híbrido, pero esta vez entre un hombre y un chimpancé.
Ivanov viajó por África buscando monos que luego inseminaba con esperma humano de donantes no identificados. Lógicamente el resultado fue negativo, pero el científico atribuyó el fracaso al temperamento de los chimpancés. Entonces pidió autorización al Gobierno para inseminar mujeres guineanas con semen de primates. Afortunadamente esa autorización nunca fue dada.
Para entonces Nikolái Gorbunov, ya desconfiaba del científico y estaba descontento ante la falta de resultados en África. Sin embargo, Stalin no quería perder esta oportunidad. En la primavera de 1929 Ivanov se trasladó a Sujumi, convencido de que ahora debía probar en mujeres que deseen quedar embarazadas.
La Sociedad de Biólogos Materialistas apoyó a Ivanov en la investigación. Se necesitaban al menos cinco mujeres voluntarias de entre 16 y 20 años que deseen quedar embarazadas. Pero los cuatro chimpancés y el orangután que Gorbunov había conseguido enfermaron antes de avanzar con la investigación.
Ivanov recorrió la zona en búsqueda de voluntarias. La mayoría de las mujeres de Sujumi eran analfabetas y fueron convencidas por el científico alegando que serían recompensadas por el mismísimo Stalin.
Los simios llegaron cansados Y enfermos. El único que sobrevivió fue Tarzán, un orangután que falleció de una hemorragia cerebral luego de ser sometido a una muestra de esperma. Sin primates y sin el apoyo del Gobierno, el final de Ivanov estaba cerca.
EL DESPIDO:
El 13 de diciembre de aquel año el científico fue arrestado por el NKVD, la policía secreta, y enviado al exilio a Alma Ata, Kazajistán, donde trabajó para el Instituto Veterinario Zoólogo hasta su muerte, el 20 de marzo de 1932 a causa de un derrame cerebral.