La frustrada relación entre música y porno

Íntimamente relacionada con el sexo, la música vivió su gran momento en el porno de los 70, pero no duró

En la teoría psicoanalítica, escuchar música puede significar una válvula de escape para la sexualidad reprimida. Por tanto, el gusto por la música es una sublimación de la sexualidad”. Así lo explica Paul Kline en Fact and Fantasy in Freudian Theory (1972).

HASTA CHARLES DARWIN LO DIJO: AL FINAL TODO SE REDUCE AL SEXO, Y A LA MÚSICA

Hasta Charles Darwin lo dijo: al final todo se reduce al sexo, y a la música. “Las notas musicales y el ritmo fueron adquiridos al principio por los ancestros masculinos y femeninos de la humanidad con el propósito de cautivar al sexo opuesto», explicaba en El Origen del Hombre, donde el británico desarrollaba su teoría de la selección sexual a través de la música. De este modo lo exponía Darwin en 1871, y poco ha cambiado desde entonces.

“La música es como la industria del porno”. Así se pronunciaba en su momento Sasha Grey, en una entrevista en The Guardian a propósito de su spin off musical: aTelecine. Grey es una de las muchas actrices que, desde los 80 del pasado siglo, han pasado del porno a la música con pasmosa soltura. “Ya en el siglo XXI, el goteo de actrices que han traspasado las fronteras del porno para mostrar sus aptitudes musicales ha sido incesante”. Grey es sólo la punta de un iceberg que en su base tiene a las francesas Zara Whites y Draghixa.

 Sasha Grey

Gisbert, periodista valenciano especializado en cine porno, explica en Música tras los polvos cómo la reducción de costes en los 80 acabó con la figura del compositor de música, entre otros. Dos años después reproduce con exactitud sus palabras cuando se le pregunta por el papel de la música en el porno. “A partir de 1984-1985, con la generalización del formato de vídeo a la hora de filmar películas, el porno fue suprimiendo elementos, yendo hacia un grado cero de la producción”: “la música es la primera gran víctima de toda esta política de ahorro y de cuánto menos me gaste y más gane, mejor”.

La música tuvo su propia metaversión del Video killed the radio star, pero con gente practicando sexo de fondo. “La música desapareció de las películas, ya no había compositores que compusieran específicamente para determinadas películas y, entonces, las cogían de librerías o recurrían a música clásica”. El porno se soltó de la mano de la música en el mismo instante en el que su edad de oro empezó a languidecer.

El porno, en sus inicios, en los 70, era como cine, tenía todos los elementos que tiene una película normal: su montador, su música, su iluminador… todo” La gloria del legendario bow chicka wah wah (imitando el sonido de la guitarra), de Garganta profunda y de la música en el porno de aquella época era tal que incluso en el siglo XXI se refleja en proyectos como Pornosonic, una saga de discos con canciones basadas en la música del porno de los 70, o los volúmenes deWacka Chicka Wacka Chicka: Porn Music for the Masses, de WM Recordings.

Era Internet: cuando la música da igual

“Hoy en día ya no hay música en las películas, ya no existe la música; simplemente es el ruido de gente follando”. Tras un pequeño repunte en los 90, gracias sobre todo a “la excepción” del director Michael Ninn, la relación entre porno y música entró en barrena con el nuevo siglo.

Al final, parece que desde que Monica le quitó el volumen al porno gratis de Chandler y Joey en Friends en aquel capítulo de 1998, la música no ha vuelto a encontrar su lugar en el porno. ¿Y si el último gran momento de la música en el porno fue el de Jennifer Aniston tarareando el porno groove clásico del bow chicka wah wah de La insaciable Wilma Hunting?

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