El Anticristo: Hitler de Rivera

«Un enlace tradicional y revolucionario». Así definióErnesto Giménez Caballero su osado intento de casar a Hitler con la hija deldictador Primo de Rivera y hermana delfundador de la Falange : Pilar. Un plan para el que, incluso, llegó a viajar a la Alemania nazi y reunirse con el círculo más cercano del genocida dos años después del inicio de laSegunda Guerra Mundial .

Lo contaba en sus «Memorias de un dictador», publicadas en 1939, que el autor defendía por «la urgente necesidad de reanudar la estirpe hispano-austriaca que traería consigo el armisticio para Europa».

Giménez Caballero fue un teórico del fascismo español, profesor, poeta, escritor y embajador de España en la era de Franco. Había nacido en Madrid, el 2 de agosto de 1899, en una familia industrial por parte de padre y de propietarios agrícolas por parte de madre.

A lo largo de su vida, acabó convirtiéndose en un personaje curioso que trascendió su dimensión política, hasta convertirse en una especie de intelectual respetado y «excepcionalmente dotado para la literatura y el activismo cultural, que vivió con una intensidad poco común las convulsiones ideológicas de su tiempo», le describía Enrique Selva en su artículo «La insólita aventura de Ernesto Giménez Caballero» (Revista Universitaria de Historia Militar, 2018).

Las influencias y trayectoria del responsable de este surrealista plan fueron de lo más diversas. Tuvo como maestros en la Universidad Central de Madrid a intelectuales como Américo Castro, Ortega y Gasset, Menéndez Pidal y Besteiro. Y tras combatir en la Guerra de Marruecos y publicar su primer libro, se abrió un hueco en el periodismo español escribiendo para «La Libertad», «El Sol» o la «Revista de Occidente». Como él mismo dijo en una entrevista con motivo de la publicación de su autobiografía: «No me arrepiento de haber sido fundador de las Juventudes Socialistas, de haber sido fascista, vanguardista y de estar hoy de vuelta al anarcosindicalismo».

El primer encuentro de Pilar y Adolf

Por lo que se le recuerda, sin embargo, es por ser uno de los primeros intelectuales españoles en abrazar abiertamente las ideas fascistas de Mussolini, con el que incluso llegó a entrevistarse en varias ocasiones. En la Guerra Civil, Franco le puso a las órdenes del general Millán-Astray para que organizase el aparato de propaganda. Y, tras finalizar esta, se reintegró a su cátedra del instituto Cardenal Cisneros y se mostró como un ferviente partidario de la intervención de España en la Segunda Guerra Mundial del lado de las potencias del Eje.

En ese momento, su candidata, y también fundadora de la Sección Femenina de Falange, ya había realizado su primer viaje a la Alemania nazi, que la revista femenina «Y» contaba así en mayo de 1938: «Alemania ha recibido con los mayores honores y la más sincera simpatía a Pilar Primo de Rivera . Hitler ha dispensado el alto honor de recibir y conversar largamente con nuestra delegada nacional de las Secciones femeninas. Las organizaciones femeninas nazis y su delegada, la señora de Scholtz-Klink, la han rodeado continuamente de un ambiente de verdadera camaradería. Han sido numerosos los actos en honor a Primo de Rivera». Ilustrando el artículo, una fotografía de ella junto al «Führer».

Después añadía algo que para Giménez Caballero debió ser importante a la hora de dar forma a su plan de casar a la española con el líder nazi. «Pilar Primo de Rivera recibió un obsequio de Hitler: un magnífico florero con flores rojas y amarillas y algo que el canciller concede muy difícilmente, un retrato con expresiva dedicatoria y un marco de plata. El viaje de Primo de Rivera ha constituido una importante expresión de la amistad hispano-alemana», subrayaba.

El segundo viaje

La idea debió confirmarla el embajador de Franco en 1941, con motivo del siguiente viaje a Berlín de la falangista. Acudió a un congreso junto a otras líderes de las secciones femeninas de los movimientos totalitarios europeos. «Nuevamente ha visitado Pilar Primo de Rivera el gran país alemán. En 1938 lo hizo con ocasión de su entrevista con el Führer. Ahora lo ha hecho invitada por Jutta Rüdiger, jefe de las Juventudes Femeninas Hitlerianas. El respeto de que goza nuestra delegada nacional en Alemania se ha puesto de nuevo en evidencia con este viaje. La enorme simpatía y admiración que Primo de Rivera siente por la nación germana se ha testimoniado también en sus declaraciones al volver del viaje, con las que ha unido más entrañablemente los lazos de los dos países», podía leerse en la misma revista el 1 de octubre de ese año .

La hermana de José Antonio Primo de Rivera, fusilado al inicio de la Guerra Civil , acabó convirtiéndose en una especie de embajadora de la Alemania nazi en la España franquista. No había, por lo tanto, mujer más perfecta que ella, todo un ejemplo de virtudes cristianas y falangistas en la cabeza de Giménez Caballero, para unirla a Hitler e impulsar la transformación católica del nazismo. Ese era el primer paso de su plan, que pretendía lograr con ello paz en la guerra y la unión de ambos países para el devenir de Europa. Un plan, según cuenta nuestro protagonista, que hasta había consultado previamente con Franco y el Vaticano.

Ernesto Giménez Caballero aprovechó un viaje a la ciudad Weimar, en diciembre de 1941, donde había sido invitado por la Europäische Schriftsteller-Vereinigung (Asociación Europea de Escritores), presidida por el ministro Joseph Goebbels. Una vez allí, el hispanista Arturo Farinelli le presentó a Magda, la esposa de este, a la que en sus memorias el español describió como «una mujer maravillosa que me impresionó desde el primer instante». Más tarde, en una cena en la casa del matrimonio donde nuestro protagonista llevó como obsequio un capote muy castizo y un Belén de Navidad fabricado artesanalmente en Murcia, se atrevió a abordar el asunto que tenía entre manos.

La conversación

«Dos días antes de Nochebuena, Goebbels me invitó a cenar en su hogar, con su esposa y sus hijos», confirmaba en la autobiografía. A partir de ahí, el relato se produjo así: «Antes de sentarnos a la mesa, durante los aperitivos, enseñé al pequeño y cojito jerarca de la propaganza nazi a manejar el capote, el modo de ceñirlo para el paseillo y de veroniquearlo. Y a los niños les monté el Belén junto a la chimenea. Magda estaba radiante y conmovida. Tras la cena me quedé a solas hablando con la esposa. En un momento que guardó un breve silencio, yo aproveché para encarecer la urgente reanudación de la estirpe hispano-austriaca, que traería el armisticio a Europa, con un enlace tradicional y revolucionario. A lo que ella preguntó:

¿Y cuál sería la candidata a emperatriz?

Sólo podría ser una. En la línea de princesas hispanas como Ingunda, Brunequilda, Gelesvinta o Eugenia. Solo una por su limpieza de sangre, por su profunda fe católica y, sobre todo, porque arrastraría a todas las juventudes españolas: ¡la hermana de José Antonio Primo de Rivera!

Magda no respondió nada. De pronto, sus ojos se humedecieron. Y tomó mis manos y las estrechó. Y, en voz muy baja, me dijo: “Su visión es extraordinaria y su misión, también. Y, además, audaz, valiente y concreta”. Calló de nuevo para proseguir:

Mi marido está encantado con usted. Y el Führer desea conocerle. Yo les hablé de esto que ahora vuelve a proponerme de esta manera ya concreta y certeramente personificada. Y sería posible…

¿Sería posible? ¿Sería posible? ¡Magda!

Sería posible… si Hitler no tuviera un balazo en un genital de la Primera Guerra Mundial que le ha invalidado para siempre… Es imposible, gran amigo, imposible. ¡No habría continuidad de la estirpe!

¿Y Eva Braun?

Un piadoso enmascaramiento para la galería.

Me levanté entonces y tomé sus manos. “Entonces, ¿adiós para siempre, Magda?”. “¿Y por qué para siempre?”, preguntó ella, antes de depositar sus manos sobre mis labios y luego los suyos».

Como explicó José María Zavala en ABC , con motivo de su biografía de la candidata a mujer del líder nazi,«La pasión de Pilar Primo de Rivera» (Plaza & Janés, 2013): «En realidad se trató de un plan descabellado del excéntrico Ernesto Giménez Caballero, falangista de primera hora. Le expuso a Magda las posibilidades de reanudar lo que se interrumpió con Carlos II el Hechizado y se malogró con aquel archiduque de Austria, Carlos, que le costaría a España Gibraltar. ¿Increíble, verdad? Pues Giménez Caballero se atrevió a formular semejante proyecto».

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