La hHhhhisteria ! hay una buena peli de eso.

El doctor Jean-Martin Charcot.

Charcot fue nombrado en 1862 director del hospital y, aunque fue principalmente un neuropatólogo y convirtió a La Salpêtrière el centro neurológico más importante del mundo, desarrolló un profundo interés por lo que el escritor Jules Claretie, entre otros, calificó como «la gran enfermedad del siglo».

Era un mal con el que los franceses estaban obsesionados, pero no uno que habían inventado.

De hecho, sus inventores no fueron ni siquiera los antiguos griegos, quienes sin embargo contribuyeron con la palabra que lo nombra: histeria, del griego hístero, que significa útero.

Resultó muy útil, pues durante casi toda la historia sólo se le podía diagnosticar a la mitad de la humanidad carente de pene y cubría un amplio espectro de irregularidades, desde el insomnio y la irritabilidad hasta la infertilidad y la infelicidad, incluyendo fallas como la desobediencia y la impertinencia, la reticencia a casarse y la falta o exceso de apetito sexual.


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El error arqueológico que condujo al desarrollo de los Pozos de Aire condensadores de rocío.

abocadoinferno:
“El error arqueológico que condujo al desarrollo de los Pozos de Aire condensadores de rocío Hoy en día son comunes los dispositivos que producen agua potable a partir de la condensación. La tecnología es sencilla y probablemente muy...

Friedrich Zibold era un ingeniero ruso que trabajaba como guarda forestal en el área de la antigua ciudad griega de Teodosia (la actual Feodosia) en la costa del Mar Negro en Crimea. Un día de 1900, mientras limpiaba una zona boscosa cercana a la población, descubrió 13 grandes montones de piedras de forma cónica. Cada uno tenía unos 10 metros de altura y cubría una superficie de unos 900 metros cuadrados. Junto a ellos halló fragmentos de de tuberías de terracota de unos 7 centímetros de diámetro. Estas tuberías partían de los montones de piedra y se extendían hasta diferentes pozos y fuentes ya dentro de la ciudad.

Basándose en su formación de ingeniero, y sin conocimientos ni medios arqueológicos para examinar el hallazgo, Zibold concluyó que aquello debían ser condensadores que producían agua a partir del aire, un agua que luego se transportaba a la ciudad por medio de las tuberías. Según sus cálculos cada uno de los 13 condensadores produciría unos 55.400 litros de agua diarios, más que suficiente para abastecer las necesidades de la antigua Teodosia.

Para demostrar su hipótesis construyó su propio condensador en lo alto del monte Tepe-Oba (228 metros de altitud), siguiendo el modelo de los descubiertos. Su condensador tenía 6 metros de altura y un diámetro de 8 metros en su parte superior. Estaba rodeado de un muro de 1 metro de altura y 20 metros de ancho que creaba un área en forma de cuenco donde se recogería el agua. Para construirlo utilizó piedras extraídas de la costa.

La estructura se puso en funcionamiento en 1912, y tal y como Zibold había predicho funcionó. Cada día producía 360 litros de agua. A pesar de que la producción era muy inferior a la que había estimado para la estructuras descubiertas en el bosque (55.400 litros diarios), Zibold consideró que su teoría quedaba confirmada y constituyó la base para los posteriores desarrollos de pozos de aire, como el famoso condensador de Achille Knapen construido en 1930 en Trans-en-Provence, Francia, y por extensión de toda la tecnología posterior al respecto.

Pero lo que Zibold había identificado en su día como pozos de aire para la producción de agua en Teodosia no eran tales. En realidad se trataba de túmulos funerarios levantados entre los siglos V y IV a.C. Las tuberías de terracota eran muy posteriores, de época medieval, y no tenían ninguna relación con los túmulos (aunque su función sigue siendo desconocida hasta el momento).

Como esta semana, ha sido la semana cultural de Temapolis, quería poner mi granito de arena.

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