Esta teoría extremista se basa en la creencia de que la sociedad es intrínsecamente inestable.
Según sus argumentos, individuos y grupos organizados tienen la misión de aumentar esa inestabilidady generar un colapso que resulte en una revolución social.
Eso no es exclusivo de los grupos de extrema derecha y no implica necesariamente violencia, pero la teoría se usa como motivador en los círculos de supremacistas blancos, explica Veryan Khan.
«Su objetivo principal es colapsar la sociedadpara que puedan reconstruirla para el hombre blanco«, señala.
Ataques recientes
Además del presunto complot de Baltimore, las autoridades están investigando varios ataques recientes a instalaciones eléctricas en los estados de Carolina del Norte, Oregón y Washington.
El ataque de Carolina del Norte, en el condado de Moore a principios de diciembre, dejó sin electricidad a 35.000 personas durante varios días. Nadie ha sido arrestado y la investigación está en curso.
En esa zona interior de la carnicería, había dos cámaras frigoríficas industriales. Una debía destinarse a la verdura y otra a la carne. Pues bien, en la primera hallaron un carro de la compra lleno de botes de cerveza y de refrescos, y dos mochilas de tela grandes hasta arriba con lo mismo; por lo que sospechan que los fines de semana por la noche trabajaban como ‘lateros’, en la venta ambulante en zonas de marcha.
Mercancía encharcada en sangre
En la segunda cámara había barquetas y cestas de plástico con 160 kilos más de carne. También directamente sobre el mugriento suelo. Las baldas exhibían una gruesa capa de óxido. Las piezas estaban en proceso de descongelación, encharcadas de sangre y de fluidos.
Además, la dueña reconoció que congelaba y descongelaba la mercancía a punto de caducar, y que otra parte la metía en salazón porque tenía clientes que venían de fuera de Madrid a comprársela, y así el género aguantaría el viaje de vuelta a sus ciudades.
Charcot fue nombrado en 1862 director del hospital y, aunque fue principalmente un neuropatólogo y convirtió a La Salpêtrière el centro neurológico más importante del mundo, desarrolló un profundo interés por lo que el escritor Jules Claretie, entre otros, calificó como «la gran enfermedad del siglo».
Era un mal con el que los franceses estaban obsesionados, pero no uno que habían inventado.
De hecho, sus inventores no fueron ni siquiera los antiguos griegos, quienes sin embargo contribuyeron con la palabra que lo nombra: histeria, del griego hístero, que significa útero.
Resultó muy útil, pues durante casi toda la historia sólo se le podía diagnosticar a la mitad de la humanidad carente de pene y cubría un amplio espectro de irregularidades, desde el insomnio y la irritabilidad hasta la infertilidad y la infelicidad, incluyendo fallas como la desobediencia y la impertinencia, la reticencia a casarse y la falta o exceso de apetito sexual.
El supuesto viajero del tiempo afirma que proviene del año 2671 y, según informa Mirror, publica regularmente noticias sobre eventos importantes que aún no han sucedido. En el vídeo publicado en TikTok, afirma que la invasión ocurrirá en solo dos meses, más concretamente el 23 de marzo, y que solo un puñado de personas sobrevivirán gracias a otro extraterrestre conocido como ‘el Campeón’.
El 27 es mi cumple , hdp!.
El 23 de marzo de 2023, unas 8.000 personas serán llevadas a otro planeta habitable
Eno Alaric
No obstante, no es la única premonición que ha realizado este usuario de TikTok, también advirtió que en mayo un enorme tsunami de más de 200 metros golpeará California y afectará de manera catastrófica el área de San Francisco.
Por su parte, los usuarios de las redes sociales han descartado las afirmaciones de este usuario tras argumentar que las ‘predicciones’ anteriores del supuesto viajero en el tiempo no se cumplieron. Un seguidor preguntó: «¿Qué pasa con ese gran meteorito que se suponía que golpearía la Tierra este mes?», mientras que otro se cuestionó: «Si va a terminar pronto, ¿cómo estabas vivo en 2671?», a lo que Eno respondió: «Como dije, 8.000 son llevados a otro planeta».
La Salpêtrière no ofrecía tratamientos ni cuidados sino exclusión y recibía a las arrestadas en las redadas en las calles de la capital francesa que no eran elegidas para convertirse en las madres de la Nueva Francia en América.
En esa era del «Gran confinamiento», La Salpêtrière era usado como prisión para prostitutas, criminales dementes, discapacitadas mentales y pobres.
Con el tiempo, miles de mendigas, hijas del adulterio, huérfanas, lisiadas, ciegas, epilépticas, alcohólicas, seniles, suicidas, idiotas, moribundas, ladronas, criminales, brujas, hechiceras, protestantes, judías, melancólicas, lesbianas, prostitutas, locas, libertinas, depravadas, erotomaníacas, gordas, malcriadas, bohemias y demás terminaron tras esas magníficas puertas de hierro forjado que más tarde recordaría Jeanne Beaudon.
La Salpêtrière, que servía también como prisión, fue asaltada durante la Revolución Francesa y más de 100 prostitutas fueron liberadas, pero 25 «locas» fueron sacadas de sus celdas y asesinadas en las calles.
Sin embargo fueron los principios de esa misma revolución de la que hizo parte ese sombrío episodio los que eventualmente inspirarían cambios para la población residente en el desafortunado lugar, de la mano de doctor Philippe Pinel quien, de cierta forma, extendió «Los derechos del hombre» a las reclusas. Pinel mismo era un médico provincial pobre que logró ascender gracias a su talento.
Era un aliensita —médico especializado en desórdenes mentales— y parte de un movimiento de reforma que estaba también en marcha en Inglaterra, Francia y Estados Unidos para humanizar el trato de los pacientes.
En 1794 se convirtió en jefe del servicio médico de La Salpêtrière y empezó a mejorar las instalaciones así como el tratamiento de las confinadas, incluyendo una nueva «terapia moral» desarrollada por él y sus contemporáneos.
Estaba de moda» ir a ver a las reclusas.
Lo hacían para «estremecerse ante los dichos salvajes y la violencia de los infortunados seres encerrados en aquellos refugios de las peores enfermedades humanas», hasta que tuvieron que cerrar del gentío que iba.
No obstante, tras las rejas, los cambios continuaban.
En 1.800 Pinel les quitó las cadenas que habían llevado en algunos casos por décadas las mujeres.
Una década más tarde, un joven estudiante de neurología llamado Sigmund Freud admiraría el cuadro y reflexionaría: «La Salpêtrière, que había sido testigo de tantos horrores durante la Revolución, también había sido el escenario de la más humana de todas las revoluciones«.