«Camarero, póngame una zarzaparrilla».

Suena inequívocamente viejuno, como a película de vaqueros de después de comer y doy fé, mi abuelo tenía una botella de ésta en la repisa del campo, nunc asupe que es lo que era, cuando le preguntaba siempre de decía «son cosas del abuelo» hasta que me he topado con una noticia de la zarzaparrilla.

Habrán sido miles las veces que hemos visto en la pequeña pantalla a cowboys que, cansados de cabalgar por el Viejo Oeste, entraban en un salon pidiendo ésta bebida en vez de un whiskazo.Pero la verdad, que de crío nunca tuve idea de que carajo pedían, pensaba que era algo inventado. Ahora que tengo poco pelo y mas de un cana me entero que existe😂.

Por lo visto a finales del siglo XIX, se usaba como tónico o infusión diurética (y de chico un medico me mandaba tomar coca-cola cuando tenía fatiga). Bueno la cosa es que ya se comerciaba pero no fue hasta que Coca-Cola en 1953 abrió su primera planta de producción en Barcelona, y no tardarían en surgirle competidores. La más importante fue ‘Zarzaparrilla 1001’, una bebida hecha a base de zarzaparrilla y cola que se posicionó rápidamente en el mercado gracias a su bajo precio y a proclamarse el refresco auténticamente nacional.

Apareció en noviembre de 1958 como «la bebida cien por cien española a base de cola» y se vendía en tiendas por siete pesetas y media la botella familiar de un litro, una ganga comparada con su rival. Su publicidad declaraba que «las amas de casa ya se han dado cuenta de que soy más económica, que yo misma llevo abridor gracias a mi tapón de ajuste y que se me puede utilizar en la medida deseada sin que el resto se estropee». En un país que aún desconfiaba de los productos extranjeros y donde había una fuerte resistencia a todo lo yanqui su popularidad fue instantánea. No debía de saber muy allá ni tampoco de forma parecida a la Coca-Cola, pero su campaña publicitaria era genial: sol, identidad y algo de quijotismo, todo en uno.

Fue un producto elaborado por la empresa catalana Becamsa que desgraciadamente sucumbió a los vaivenes del mercado. De su caída en desgracia se dijo que parte de culpa la tenía la temible Coca-Cola, que según ciertas teorías conspiranoicas habría comprado enormes remesas de Zarzaparrilla 1001 para que se quedaran sin botellas y llevarles así a la quiebra. Fuera como fuese, la marca sigue vigente y puede que algún día —ojalá— vuelva por todo lo grande.

Y ésto es todo, es mi primer megapost, espero no haber sido demasiado largo, pero me topé con una noticia y coño, un cosa llevó a la otra.

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