La anomalía del Atlántico Sur es la región donde los cinturones de radiación de Van Allen se encuentran a menor distancia de la superficie terrestre, unos 200 kilómetros. Como resultado, en esa región del océano Atlántico sur la intensidad de radiación solar es más alta que en otras regiones.
El fenómeno es de gran importancia para los satélites y otras naves espaciales que orbitan a cientos de kilómetros de altitud con inclinaciones orbitales de entre 35° y 60°, ya que estas órbitas llevan a los satélites a través de la anomalía de manera periódica, exponiéndolos durante varios minutos a una fuerte radiación.
La AAS está a una altura aproximada de 560 km de la superficie terrestre, lo suficiente para trastocar a los astronautas, muchos han desarrollado cáncer, se daban cuenta cuando durmiendo veían «destellos».
La Estación Espacial Internacional, que orbita con una inclinación de 51.6°, requirió de un blindaje extra para afrontar este problema.
El telescopio espacial Hubble no efectúa observaciones al pasar por esta región, salvo por algunas observaciones especializadas y poco frecuentes con la Cámara de Gran Angular
El campo magnético terrestre es básico para la vida en nuestro planeta: nos protege de la radiación cósmica y de las partículas cargadas que envía el Sol. En gran parte es generado por el océano de hierro fundido supercaliente del núcleo exterior de la Tierra, a unos 3.000 km bajo nuestros pies. Como si se tratase de una dinamo gigantesca, crea corrientes eléctricas que, a su vez, generan nuestro campo magnético.
Jürgen Matzka, del Centro Alemán de Investigación de Geociencias (GFZ), explica: “El nuevo mínimo oriental de la anomalía del Atlántico Sur lleva una década formándose, aunque en los últimos años se ha acelerado su desarrollo. Tenemos mucha suerte de contar con los satélites Swarm para investigar su evolución.
Se ha especulado sobre si el actual debilitamiento del campo es un signo de que la Tierra se acerca a una inminente inversión de los polos norte y sur magnéticos, que se intercambiarían. Este fenómeno se ha producido muchas veces a lo largo de la historia de nuestro planeta y, aunque sería hora de que sucediera teniendo en cuenta la frecuencia media a la que tiene lugar esta inversión (cada 250.000 años aproximadamente), el descenso en la intensidad que se está produciendo en estos momentos en el Atlántico Sur entra dentro de lo que se consideran niveles de fluctuación normales.
NO OOS PONGÁIS CORBATAS!.