Viktor Grebennikov es un cabal exponente de aquellos científicos de origen ruso cuyos descubrimientos se encuentran envueltos en un halo de misterio, especialmente por la falta de documentación traducida a los idiomas de occidente ya que su idioma natal es mera cháchara totalmente incomprensible para los habitantes de este continente.
Viktor, fue un entomólogo, pintor y escritor, autor de varios libros sobre las abejas.
A Grebennikov se le conoce en occidente no por por sus estudios sobre las abejas sino por el descubrimiento del Efecto de la Estructura Cavernosa (CSE, por sus siglas en inglés) y sus correspondientes cualidades antigravitacionales.
El comenzó sus estudios sobre el CSE cuando notó, mientras trasladaba a mano varios nidos cavernosos de abejas que emanaba calor de ellos, aun estando fríos. El contacto con este calor, provocaba sobre su persona sensaciones de vértigo, de disminución de peso, de sabor metálico galvanizado en la boca, salivación profusa y cosquilleo o entumecimiento en los dedos y la cabeza. También sentía perfume a miel, percepción de personas narigonas cerca y aleteo de mariposas en oriente.
Con el tiempo descubrió que este efecto traspasaba todo tipo de materia y que aumentaba su intensidad cuando se dirigía hacia abajo. Según sus experimentaciones, cuando se traslada un objeto cavernoso, el campo CSE se vuelve a generar en la nueva ubicación, pero el formado previamente tarda un tiempo en desaparecer. En 1988, Grebennikov descubrió efectos antigravitacionales en las estructuras cavernosas del élitro de quitina de algunas especies de insectos. Como todos sabemos, el élitro de quitina es la cubierta dura que protege las alas de escarabajos, a partir de lo cual comenzó a desarrollar sus aparatos antigravitatorios.
Lo más insólito que comprobó el investigador fue la alteración visual e incluso la invisibilidad total que también se produce en las zonas de alteración gravitacional. Viktor afirma en su libro “My World” de 1997, que creó una plataforma a modo de patinete a la que llamó «gravitoplano», sobre la que se desplazaba a la velocidad de 25 m/minuto. Pero además descubrió que la dificultad para medir la velocidad de este modo de traslado residía en que al emplearlo, distorsionaba el tiempo. O sea que la habitual relación espacio/tiempo que define la velocidad era compleja de calcular ya que una parte de la relación -el tiempo- era de transcurso variable, o incluso corría hacia atrás.
El inventor especuló que probablemente el fenómeno tenía que ver con la desviación de la gravedad por los esqueletos de insectos. Según las descripciones gráficas incluidas en los registros de patentes, la parte inferior del dispositivo consistía en una lata de pintura llenada con una cantidad muy calculada de exoesqueletos chitonous especialmente posicionados para producir el efecto de antigravedad deseado.
Debido a la estructura especial de la estructura de la cavidad inherente a los esqueletos de los insectos, se producían fenómenos de resonancia concordantes con el campo gravitatorio de la Tierra.
Viktor Grebennikov falleció en 2001.
Ya sabéis, a criar escarabajos y a coger «aluas» ( hormigas con alas que se usan para coger pipis)