El primer dinosaurio:
Hoy os traigo un Siensia Mapacha cortito sobre el descubrimiento del primer dinosaurio, el Iguanodón. Trae un poco de lore también del otro lao, espero que no os moleste. Siempre que querráis, como prometí, pienso aportar en ambos sitios.
Todos conocemos al último dinosaurio, Denver. Ahí os va la canción para que no se os salga de la cabeza en unos días:
Pero, ¿Cuál fue el primer dinosaurio en ser descubierto?
El primer paleontólogo de la historia fue la británica Mary Anning. Por desgracia para ella hizo el combo: mujer, pobre, su congregación religiosa, su época y, sobre todo, el hecho de ser inglesa. De este modo nunca fue admitida en la sociedad geológica de su país. Esta señora descubrió los primeros fósiles, que correspondían a ictiosaurios. Los ictiosauros son un grupo de reptiles marinos con cara de delfín y mirada socarrona que habitaron en muchas partes del mundo. Los ictiosaurios, por tanto, NO so dinosaurios, así que tenemos que avanzar un poco más.
Hace exactamente 200 años, el también inglés, Gideon Mantell estaba fascinado por los descubrimientos de Anning. Dedicó el tiempo libre que le permitía la medicina para ir a pasear con su señora y buscar más fósiles. Está claro que mucho tiempo no le daba, por que como buen inglés que era, de haber tenido tiempo habría ido a robar los fósiles de otros países.
La leyenda cuenta que su mujer encontró el primer diente de un dinosaurio, la súper leyenda que me estoy inventando ahora dice que el tío era un pájaro y tuvo que compensar a su señora de alguna forma. Fuera como fuere, fueron adquiriendo más y más pedazos de este primer dinosaurio.
El tipo le quiso poner a su criatura “iguanosaurio” pero hubo que rechazar dicho nombre al ser un nombre que perfectamente valdría para la iguana moderna, su segunda opción fue “Donald Trump” pero hubo que rechazar dicho nombre al ser un nombre que perfectamente valdría para la iguana moderna… así que dijo “ni pa ti ni pa mi, Iguanodón” y así se quedó.
Entre los restos hallados del iguanodón, apareció su celebre espolón (cuyo lugar es las patas delanteras). Pero claro, ¿dónde carajo va esto? ¡En un alarde de método científico solo igualado por los grupos de telegram, el tío le puso el espolón en la nariz!! Jajajsjjajsj muy bien campeón.
Hoy sabemos que los dinosaurios vivieron durante unos 200 millones de años (que se dice pronto) con cientos de miles de especies repartidas por todo el mundo. El iguanodón, concretamente vivió entre hace 126 y 113 millones de años (cuando de verdad había libertad, no como ahora). Era un herbívoro que podía andar a 2 patas (como mapasho durante el día) o a 4 (como mapasho a partir de las 4 la tarde). Que pesaban 3 toneladas y medían 10 metros de largo (como los huevazos de mapasho cuando se saltó la convocatoria de la Estroncio Champions League).
En la época de los primeros paleontólogos, por tanto, la humanidad se empezó a dar cuenta de que todos estos restos de huesos enormes no eran recientes si no de hace millones y millones de años. Una cosa que os parecerá más emocionante que contarle a Will Smith un chiste de carvos, pero para gente de fe como es el caso de Anning y Mantell no era nada agradable. Las escrituras mentían, ¿significaba eso que no volvería a la vida un señor que podía convertir el agua en vino? ¡No queremos vivir en un mundo así!
En 1947 Anning murió de cáncer de mama y 5 años después Mantell murió de cáncer de papa
EH! Strike, fuera de aquí! Déjame trabajar tranquilo pardiez!
Mantell murió 5 años después de sobredosis de opio y huevos cocidos (esto si que lleva mi sello).
Ambos son recordados, dos siglos después, como pioneros de la paleontología; el consultorio médico de Mantell es hoy un consultorio dental que seguramente en unos años pase a ser un Mercadona y el iguanodón pertenece a una de las tres especies del género que lleva su nombre.