Hoy pensaba en darle un puñetazo (muy fuerte) a alguien/algo. La gente es bastante gilipollas y tengo el gatillo fácil. Un imbécil de estos que te cruzas a diario se me cruzó más de la cuenta (literal) y tuve que levantar la voz (y perder mi tiempo) por los que no lo tienen (también literal).
Y allí estaba yo; a la salida del parking del supermercado gritándole a un imbécil que tiene que respetar a los peatones que van por la cera y ceder el paso. Le explicaba que si me pilla con el día un poco más torcido, o a alguien más jodido que yo, podría tener suerte de que sólo le patearan la puerta del coche y no le reventasen la cara.
Haciendo memoria hoy del encuentro, pensando en los puñetazos que debí darle al sujeto, me he acordado de los señores puñetazos que le pegaban a la pandereta en esta mítica canción.
Espero que os acordéis de esta bella melodía cuando os imaginéis soltando los puños. Doble epicidad y queda todo en vuestra imaginación cómplice y compañera.